Antecedentes:
La atención a la diversidad implica una estrategia de conjunto, orientada a diversificar al máximo la acción educativa, con el fin de que todos los estudiantes prosperen, aplicando una progresión de medidas y vías para ajustar las ayudas en la enseñanza. Esto conlleva realizar cambios profundos en la cultura escolar, que ha tendido históricamente a ofrecer respuestas educativas homogéneas a estudiantes claramente distintos, con diferentes capacidades, intereses, motivaciones, contextos y ritmos de aprendizaje.
La educación que asume la diversidad debe garantizar las igualdades de oportunidad a todos los estudiantes, implementando un diseño equitativo, convirtiendo el proceso educativo en un proceso de formación consciente que asegura la incorporación de todos los estudiantes al proceso de enseñanza-aprendizaje. De esta forma, se eliminan las barreras físicas, sensoriales, afectivas y cognitivas para garantizar así el acceso al aprendizaje y la participación de todos los estudiantes, evitando cualquier tipo de discriminación, desigualdades, rótulos, estigmatizaciones o segregación escolar. La mirada de la diversidad y la inclusión educativa considera a los estudiantes como sujetos de derecho, siendo la escuela la que debe asegurar calidad y equidad de enseñanza.
Lo inclusivo considera a todos los estudiantes de forma igualitaria, garantizando que todos los niños y niñas de una determinada comunidad aprendan, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales. Es un concepto que interpela en profundidad la naturaleza de la educación y su rol en nuestra sociedad.